Entrevista con el vampiro

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" La gente que deja de creer en Dios, o en la bondad, sigue creyendo en el demonio. No sé por qué. No; sé muy bien por qué. El mal siempre es posible. Y la bondad es eternamente difícil." 

Louis 



Entrevista con el vampiro, de Anne Rice, es un libro muy famoso, con Crónicas Vampíricas. Dudo bastante que no haya alguien que no lo conozca. La novela es narrada por Louis, un vampiro que no cree en Dios ni en el Demonio (cuestión que desmiente algunas cosas de los mitos clásicos, como el hecho de que, según la tradición, son criaturas satánicas y por tanto, puede morir por objetos sagrados u oraciones) narra su sufrimiento al tener que asesinar humanos para poder estar vivo. Cuenta el sufrimiento por su amor a una niña vampira eternamente de  5 años (llamada Claudia), lo que pasó con la persona que lo transformó en vampiro, Lestat, y la gran fascinación que siente hacia un hermoso y poderoso vampiro llamado Armand. 
Es una novela preciosa, de la cual también hay una película basada en ella, pero que nunca se podrá comparar a esta obra de arte literaria. 

Frases de Entrevista con el vampiro:

  •  Y vi mis dioses verdaderos..., los dioses de la mayoría de los hombres: la comida, la bebida y la seguridad en el conformismo. Cenizas. Louis 
  •  Son tu conciencia y tu voluntad las que deben mantenerte vivo. Lestat 
  • Te llevará a la muerte si te aferras a él en la muerte. Lestat  
  •  La mayoría de nosotros preferimos ver morir a alguien que ser objeto de rudeza bajo nuestros techos. Es extraño..., sí, pero muy cierto, te lo aseguro. Louis 
  • Porque cuando traigo la muerte, es algo rápido e inconsciente y que deja a la víctima como en un sueño encantado. Pero esto era el decaimiento lento, el cuerpo negándose a rendirse al vampiro del tiempo que lo había desangrado durante años sin fin. Louis
  • Dios asesina y nosotros también; indiscriminadamente. El arrasa a ricos y pobres y nosotros hacemos lo mismo; porque ninguna criatura es igual a nosotros, ninguna tan parecida a Él como nosotros, ángeles oscuros no confiados a los límites hediondos del infierno sino paseando por Su tierra y todos Sus reinos. Lestat 
  •   ¡Le miraríais los dientes al caballo regalado por el mismo Dios!  Lestat 
  •   El infierno es odio, gente que vive en odio eterno. Nosotros no estamos en el infierno. Claudia 
  • »La gran aventura de nuestras vidas —prosiguió, tras una pausa—. ¿Qué significa morir cuando puedes vivir hasta el fin del mundo? ¿Y qué es "el fin del mundo" salvo una frase?; porque ¿quién sabe siquiera lo que es el mundo? Yo ya he vivido dos siglos, he visto las ilusiones de uno hechas trizas por otro, he sido eternamente joven y eternamente viejo, carente de ilusiones, viviendo de momento a momento de una manera que me hizo imaginar un reloj de plata repiqueteando en el vacío; con la superficie pintada, las manecillas delicadamente talladas sin que nadie las mirara, iluminado por una luz que no era luz, como la luz con la que Dios creó al mundo antes  de que creara la luz. Latiendo, latiendo, latiendo, con la precisión del reloj, en una habitación tan vasta como el universo. Louis 
  • Dios no vivía en esa iglesia; esas estatuas daban una imagen de la nada. Yo era el  sobrenatural en esa catedral. ¡Yo era el único no mortal que estaba consciente bajo ese techo! Soledad. La soledad hasta el borde de la locura. La catedral se deshizo en mi visión; los santos se sobrecogieron y cayeron. Louis 
  • Sus labios eran rojos, su aspecto era libre, sus rizos eran tan amarillos como el oro, su piel era tan blanca como la lepra. Ella era la pesadilla, la-muerte-en-vida que espesa la sangre del hombre con el frío. Poema 
  • Pero París, París era en sí misma una totalidad, pulida y modelada por la Historia; así parecía en aquella época de Napoleón III, con los edificios con sus torres, sus imponentes catedrales, sus grandes avenidas y sus antiguas callejuelas medievales: tan vasta e indestructible como la misma naturaleza. Ella todo lo abarcaba. Su población volátil y encantada llenaba las galerías, los teatros, los cafés, dando vida, una y otra vez, al genio y la santidad, la filosofía y la guerra, la frivolidad y el arte más bello; de modo que parecía que todo el mundo fuera de ella estuviera a punto de hundirse en la oscuridad y todo lo que era hermoso y esencial podía llegar allí a dar su mejor fruto. Incluso los árboles majestuosos que agraciaban y protegían sus calles estaban a tono con ella. Y las aguas del Sena, contenidas y hermosas mientras pasaban por su corazón. Y la tierra en ese lugar, tan formada por la sangre y la conciencia, parecía haber dejado de ser la tierra y haberse convertido en París. Louis
  •   La oscuridad no existía. Los vampiros no existían. Luois 
  • ¿Eres tú el padre de los tontos, el tonto de los padres?  Claudia   
  •  Si crees que Dios creó a Satán, debes percatarte de que todo el poder de Satán proviene de Dios, y que Satán es simplemente una criatura de Dios, por lo que nosotros también somos criaturas de Dios. En realidad, no existen las criaturas de Satán. Armand 
  • ¿Por qué crees que eso te hace tan demonio como cualquier otro vampiro? ¿Acaso no hay categorías del mal? ¿Es acaso el mal una gran sima peligrosa en la que uno cae con el primer pecado y se desploma a las profundidades? Armand 
  •  ¿Cómo cae uno en desgracia y en un instante es tan violento como los tribunales de la Revolución o el más cruel de los emperadores romanos? Simplemente, ¿se debe perder un domingo de misa o morder la hostia consagrada? ¿O robar un pedazo de pan... o dormir con la esposa del vecino? Armand  
  •  Porque si Dios no existe, nosotros somos las criaturas de mayor conciencia del universo. Sólo nosotros comprendemos el paso del tiempo y el valor de cada minuto de vida humana. Y lo que constituye el mal, el verdadero mal, es el asesinato de una sola vida humana. No tiene la menor importancia que un hombre pueda morir mañana o pasado mañana o con el tiempo... Porque si Dios no existe, esta vida..., cada segundo de la misma..., es lo único que tenemos.  Louis 
  •  El demonio, el concepto demoníaco, ¡proviene de la desilusión, de la amargura! ¿No te das cuenta? ¡Criaturas de Satán! ¡Criaturas de Dios! ¿Es ésa la única pregunta que me traes, es ése el único poder que te obsesiona, el que nos transforma en dioses y demonios, cuando el único poder que existe está dentro de nosotros mismos? ¿Cómo puedes creer en esas mentiras fantásticas y antiguas, esos mitos, esos emblemas de lo sobrenatural? Armand 
  •  Pregunta y abrirás una puerta tras otra a la verdad. Armand 
  •  Lo que podemos imaginarnos, puede realizarse. Celeste 
  • Lo único que deseo aquí es cierta paz, determinada paz. Si no, no estaría aquí. Armand  
  • ¿Piensas que somos hermosos, mágicos, con nuestras pieles blancas, nuestros ojos duros?  Louis a Madelaine
  •  Perdona, pero me sorprende que en tu complejidad seas tan profundamente simple. Louis   
  • »—Sí —le dije en voz baja—, éste es el máximo mal: que hasta podamos llegar tan lejos como amarnos, tú y yo. ¿Y quién más nos podría mostrar una partícula de amor, una pizca de compasión o misericordia? ¿Quién más, conociéndonos como nosotros nos conocemos, podría  algo más que destruirnos? Y, sin embargo, nos podemos amar. Louis a Armand 

     
  



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