Hamlet (Shakespeare)

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"SER O NO SER... HE ALLÍ EL DILEMA" 
Príncipe Hamlet


Hamlet, del dramaturgo inglés William Shakespeare, narra en un hermoso lenguaje cortesano la tragedia de Hamlet, príncipe de Dinamarca, dónde busca la venganza por el asesinato de su padre, el rey Hamlet, y el incesto de su madre, la reina Gertrudis. Es una de las obras más famosa de Shakespeare. 


Frases de Hamlet:
  • REY ¿Qué sombras de tristeza te cubren? HAMLET: Al contrario, mi señor. El sol me ilumina demasiado. 
  •  Pero estas alegrías son imperfectas, pues en ella se ha unido las lágrimas a la felicidad, las fiestas a la pompa fúnebre, los cánticos de muerte a los epitalamios del himeneo, y han sido pesados en igual balanza el placer y la aflicción. 
  •  Tu sabes que es común: Todo lo que vive debe morir. Pasando de la naturaleza a la eternidad. 
  •  ¿Aparento, señora? No es así. Yo no sé "aparentar". Esto no es sólo una sombría apariencia, buena madre. Ni los trajes acostumbrados de solemne luto, ni los forzados suspiros del pecho, ni el abundante río en los ojos, ni la dolorida expresión del semblante junto con todas las fórmulas, los ademanes, las expresiones de dolor, bastarán para manifestar lo que siento verdaderamente. Estos signos aparentan y son acciones que un hombre puede fingir; Pero yo tengo aquí adentro lo que he mostrado, y solo son atavíos y el traje del dolor. 
  •   ¡Ah, Dios, Dios,  que enojosos, rancios, inútiles e inertes me parecen los hábitos del mundo! ¡Ah! ¡Que vergüenza! Es un campo incultivable, donde sólo crecen cosas de vulgar naturaleza. Hamlet
  •  Flaqueza, te llamas mujer. Hamlet
  • Los tiempos se han dislocado. ¡Cruel conflicto, venir yo a este mundo para corregirlos! Hamlet
  • Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que sueña nuestra filosofía. Hamlet 
  • Economía, economía, Horacio. Los manjares del funeral todavía no se enfriaban cuando se utilizaron para el banquete de la boda. Hamlet
  •  Porque  no sólo en nuestra juventud aumentan la fuerza y el tamaño del cuerpo, sino que las facultades del talento y del alma crecen igualmente con el templo en el que residen. Laertes
  • La doncella más honesta es sufucientemente pródiga si descubre su belleza al rayo de la luna. Laertes 
  • La virtud misma no puede escapar de los golpes de la calumnia. Laertes 
  • Con un cebo de mentiras pescas al pez de la verdad. Polonio
  • Parece natural en la vejez  excedernos en la desconfianza, igual que es propio de los jóvenes andar escasos de juicio. Polonio 
  • ¿Aún aquí, Laertes? ¡Por Dios, a bordo, a bordo! El viento ya ha hinchado tus velas, y están  esperándote. Llévate mi bendición  y graba en tu memoria estos principios: no le prestes lengua al pensamiento,  ni lo pongas por obra si es impropio. Sé sociable, pero no con todos.  Al amigo que te pruebe su amistad sujétalo al alma con aros de acero, pero no embotes tu mano agasajando  al primer conocido que te llegue. Guárdate de riñas, pero, si peleas,  haz que tu adversario se guarde de ti. A todos presta oídos; tu voz, a pocos.  Escucha el juicio de todos, y guárdate el tuyo. Viste cuan fino permita tu bolsa,  mas no estrafalario; elegante, no chillón, pues el traje suele revelar al hombre,  y los franceses de rango y calidad son de suma distinción a este respecto. Ni tomes ni des prestado, pues dando se suele perder préstamo y amigo,  y tomando se vicia la buena economía. Y, sobre todo, sé fiel a ti mismo,  pues de ello se sigue, como el día a la noche,  que no podrás ser falso con nadie. Polonio
  • «Duda que ardan los astros, duda que se mueva el sol duda que haya verdad, mas no dudes de mi amor. Hamlet 
  • Yo lo sé, cuando la sangre hierve, con cuanta prodigalidad presta el alma juramentos a la lengua.  Polonio 
  • ¡Ah, legiones celestiales! ¡Ah, tierra! - ¿Qué más? ¿Afiado el infierno? ¡No! - Resiste, corazón, y vosotras, mis fibras, no envejezcáis y mantenedme firme. ¿Acordarme de ti? Sí, pobre ánima, mientras resida memoria   en mi turbada cabeza. ¿Acordarme de ti?  Sí, de la tabla del recuerdo borraré  toda anotación ligera y trivial,  máximas de libros, impresiones, imágenes  que en ella escribieron juventud y observación,  y sólo tus mandatos viviran   en mi libro del cerebro, sin mezcla  de asuntos menos dignos. ¡Sí, sí, por el cielo!  ¡Ah, perversa mujer!  ¡Ah, infame, infame, maldito infame sonriente!  Mi cuaderno, mi cuaderno; he de anotarlo:   uno puede sonreír y sonreír, siendo un infame. Al menos, seguro que es posible e n Dinamarca.   Bueno, tío, ahí tienes. Y ahora, mi consigna: «Adiós, adiós, acuérdate de mí.» Lo he jurado.  Hamlet
  • Claro: tal como va el mundo, ser honrado es ser uno entre diez mil. Hamlet
  • Polonio: ¿Que leéis, señor?  Hamlet: Palabras, palabras, palabras...
  •  La locura acierta a veces cuando el juicio y la cordura no dan fruto. Polonio 
  •  Por lo tanto, considerando que la brevedad es el alma del talento, y que nada hay más enfadoso que los rodeos y adornos...  Seré breve. Polonio
  • ¡Qué obra maestra es el hombre! ¡Qué noble en su raciocinio! ¡Qué infinito en sus potencias! ¡Qué perfecto y admirable en forma y movimiento! ¡Cuán parecido a un ángel en sus actos y a un dios en su entendimiento!¡La gala del mundo, el arquetipo de criaturas! Y sin embargo, ¿qué es para mí esta quintaesencia del polvo? El hombre no me agrada; no, tampoco la mujer, aunque por tus sonrisas pareces creer que sí. Hamlet 
  • POLONIO: ¿Quiere venir, mi señor, adonde no le da el aire? HAMLET: ¿A dónde, a mi tumba? POLONIO: Es cierto que allí no da el aire.  
  • Ser o no ser, esa es la cuestión:si es más noble para el alma soportar las flechas y pedradas de la áspera Fortuna o armarse contra un mar de adversidades y darles fin en el encuentro. Morir: dormir,  nada más. Y si durmiendo terminaran las angustias y los mil ataques naturales  herencia de la carne, sería una conclusión seriamente deseable. Morir, dormir:  dormir, tal vez soñar. Sí, ese es el estorbo; pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno ya libres del agobio terrenal,  es una consideración que frena el juicio y da tan larga vida a la desgracia. Pues, ¿quién   soportaría los azotes e injurias de este mundo, el desmán del tirano, la afrenta del soberbio,las penas del amor menospreciado, la tardanza de la ley, la arrogancia del cargo,  los insultos que sufre la paciencia, pudiendo cerrar cuentas uno mismo  con un simple puñal? ¿Quién lleva esas cargas, gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida, si no es porque el temor al más allá, la tierra inexplorada de cuyas fronteras ningún viajero vuelve, detiene los sentidos  y nos hace soportar los males que tenemos antes que huir hacia otros que ignoramos? La conciencia nos vuelve unos cobardes, el color natural de nuestro ánimo se mustia con el pálido matiz del pensamiento, y empresas de gran peso y entidad por tal motivo se desvían de su curso y ya no son acción. Hamlet.
  • La belleza puede transformar la honestidad en alcahueta antes que la honestidad vuelva honesta a la belleza. Hamlet 
  •  Quizás está en su segunda infancia, porque dicen que un anciano es dos veces un niño. Rosencrantz   
  • Si a los hombres se les tratase según sus méritos ¿Quién se salvaría de ser azotado? Hamlet.   
  •  ¿Y si esta mano maldita  se agrandara con la sangre de un hermano, no habría lluvia en los cielos piadosos para dejarla más blanca que la nieve? ¿Para qué sirve la gracia si no es para mirar al pecado cara a cara? ¿Y qué hay en la oración  sino el doble poder de impedirnos obrar mal o perdonarnos si caemos?. Tendré ánimo. El daño está hecho, mas, ¿qué suerte de oración me serviría? ¿«Perdona mi inmundo asesinato»? Imposible, pues aún gozo de los frutos por los que cometí el asesinato:  la corona, la reina, mi ambición. ¿Nos pueden perdonar sin quitarnos el provecho? En la usanza corrupta de este mundo la mano dadivosa del culpable desplaza a la justicia; y es sabido  que el propio botín compra a la ley. Mas no en el cielo: allí no hay fraude, allí el acto muestra  su color verdadero, y nos obligan, habiendo de hacer frente a nuestras faltas,  a declarar contra nosotros. REY 
  • Mis palabras suben al cielo, mis pensamientos quedan en la tierra. Las palabras sin pensamiento nunca  llegan al cielo. Rey
  • Perdona este desahogo a mi virtud, ya que en ésta difícil época la virtud misma debe pedir perdón al vicio.  Hamlet
  • La virtud no se puede injertar en nuestro viejo tronco, si no que nosotros debemos atraerla. Hamlet
  •  Dios os da una cara y vosotras os hacéis otra. Hamlet 
  • Los males desesperados empeoran o se alivian con remedios desesperados. Rey  
  • REY:Bien, Hamlet, ¿dónde está Polonio?  HAMLET  De cena.  REY ¿De cena? ¿Dónde? HAMLET  No donde come, sino donde es comido: tiene encima una asamblea de gusanos políticos. El gusano es el gran emperador de la dieta. Nosotros engordamos engordando animales, y así estamos gordos para los gusanos. El rey gordo y el mendigo flaco son dos viandas posibles: dos platos, la misma mesa. Ahí se acaba. REY: ¡Ay!¡Ay! HAMLET: Un hombre puede pescar con el gusano que ha comido a un rey, y comerse después el pescado que se alimentó de aquel gusano. REY: ¿Qué quieres decir con ésto? HAMLET: Nada, solo mostrar como un rey puede pasar fácilmente a las tripas de un mendigo.  
  •  ¿Qué es un hombre si funda su mayor felicidad y emplea todo su tiempo en dormir y alimentarse? Es un animal y no más. Hamlet
  • La culpa no sabe fingir su recelo  y al fin se traiciona queriendo esconderlo. Reina Gertrudis
  • Sabemos lo que somos, no lo que podemos ser. Ofelia 
  • Pensamientos melancólicos, aflicción, pasiones terribles, los horrores del infierno mismo, ella transforma todo en dulzura y belleza. Laertes   
  • Las penas nunca vienen como espías de avanzada, sino en batallones. Rey
  • ¡Al infierno la lealtad! ¡Al más negro diablo juramentos! ¡Al más profundo   abismo la gracia y la conciencia! No temo condenarme. A tal punto he llegado que no me importa nada  esta vida, la otra, cualquier cosa... Laertes 
  • Es muy lamentable que los grandes personajes de este mundo tengan privilegios entre todos los cristianos para ahogarse o ahorcarse ellos mismos. Enterrador #1  
  • La mano que poco labra tiene el sentido más fino. Hamlet 
  • Otra más. ¿No podría ser la de un abogado? ¿Dónde están ahora sus argucias, sus distingos, sus pleitos, sus títulos, sus mañas? ¿Cómo deja que este bruto le sacuda el cráneo con una pala sucia sin denunciarle por agresión? ¡Mmm ... ! Tal vez fuese en vida un gran comprador de tierras, con sus gravámenes, conocimientos, transmisiones, fianzas dobles, demandas. ¿Transmitió sus transmisiones y demandó  sus demandas para acabar con esta tierra en la  cabeza? ¿Le negarán garantía sus garantes, aun siendo dos, para una compra que no excede el tamaño de un contrato?  Todas sus escrituras apenas caben en este hueco. ¿No tiene derecho a más el hacendado? Hamlet 
  •  Y ahora, ¿dónde están tus pullas, tus brincos, tus canciones, esas ocurrencias que hacían estallar de risa a toda la mesa? ¿Ya no tienes quien se ría de tus muecas? ¿Estás encogido? Vete a la estancia de tu señora y dile que, por más que  se embadurne, acabará con esta cara. Hazla reír con esto. Hamlet, refiriéndose a la calavera de Yorick, el bufón. 
  • Una vida no dura más que decir «uno». Hamlet  
  • Pues para conocer bien a otro, hay que conocerse bien uno mismo. Hamlet 
  • Más gracia para tu alma, que conocerle es pecado. Posee tierras, muchas y fértiles.Con que un animal sea dueño de animales, ya tiene el pesebre en la mesa del rey.Este es un rústico, pero, como digo, con grandes extensiones de estiércol.  Hamlet                                                                                              
  • ¡Oh, la muerte es un oficial muy estricto en su arresto! Hamlet 
  • Ha estallado un noble pecho. Buenas noches, buen príncipe; que cánticos de ángeles  te lleven al reposo. Horacio
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